El trabajo, liderado por la restauradora Tamara Lazcano Domange, se encuentra en pleno desarrollo y se proyecta que finalizará a principios de noviembre.
Al ingresar al Hall Central del Palacio Torres del Liceo Experimental Manuel de Salas, de inmediato se aprecian los imponentes vitrales que le dan solemnidad al espacio que por años ha sido testigo de reuniones y decisiones de la Comunidad LMS. Desde el primer semestre de 2021, y a 97 años de su construcción, estos cinco paneles más de 300 rombos de cristal entraron en reparación, a cargo de la restauradora Tamara Lazcano Domange, junto a su aprendiz y Apoderado de Liceo, Gabriel del Favero Bannen.
La tarea fue encargada por el Director del LMS, Profesor Álvaro Ramírez Lizana, quien explicó que el estado de deterioro en el que está el vitral “es dramático”. “Basta un temblor fuerte para hacerlo caer como un castillo de naipes”.
“Es bueno que hayamos podido iniciar este proceso de reparación antes de que el daño fuera mayor o irreparable. Es un deber cuidar como corresponde nuestro patrimonio”, agregó la máxima autoridad liceana.
Previo al inicio de las reparaciones Lazcano entregó un informe de diagnóstico en el que señaló que el plomo con el que se juntó cada rombo presentaba dificultades. “Estaba muy intervenido por lo que ya no es dúctil y se quebraja al doblarse, y la gracia de los vitrales es que tengan cierta flexibilidad para que no se quiebren”, dijo la restauradora.
Además, informó que las reparaciones que se realizaron con anterioridad incorporaron piezas de vidrio de 3 milímetros de espesor, lo que le agregó peso a la estructura. “Esto generó que se magulle el metal, se dañe la estructura completa hacia abajo y se desgarre desde la parte superior del marco”, agregó.
Si bien la investigación, que continúa en paralelo al desarrollo de la restauración, no ha logrado determinar quién fue el/la responsable de la obra, se sabe que en ella se utilizaron cristales de 2 milímetros provenientes de Europa, cortados a mano en forma de rombo. Respecto del diseño, que responde al estilo Tudor (medieval), que incluye heráldicas (escudos de la parte superior) y que fueron incorporados por el arquitecto chileno, Josué Smith Solar, en la construcción de esta casa familiar (1924) encargada por Don Pedro Torres.
En cuanto al criterio principal de la restauración es el de resguardar en su mayor medida el material original, no obstante, si no es perdurable en el tiempo y pone en peligro la cristalería se intervendrá agregando material nuevo.
Por otro lado, Lazcano afirmó que el propósito no es necesariamente volver al origen de la familia Torres. “Hay que respetar la historia de obra, lo que implica mantener la insignia del LMS, que por la técnica y los vidrios utilizados, no corresponden al trabajo original”, sostuvo.
Lo que se busca es “rescatar una obra que estaba en peligro inminente, pero que tiene una factura original maravillosa, para que dure 100 años más”, puntualizó. Para ello, se está cuadrando cada rombo elaborado para el montaje original, rescatando los plomos en buen estado y en el caso de tener que reemplazar una pieza, se ajusta a las características de ese rombo en particular, ya que no hay nada hecho en serie.
Para Tamara Lazcano, restauradora dedicada a los vitrales, cada jornada de trabajo es una sesión de conexión con el/la creador/a de la obra, en la que la guía y perfecciona. “Es un viaje en el tiempo, donde me muestra cómo lo hizo y cómo debe estar. Lo que hay ahora está deformado por el paso de los años, pero se deja ver el cómo fue hecho”.
«Nada debe destruirse porque ahí aplica un juicio de valor sobre lo que debe o no ser destruido, pienso que todo debe existir y permanecer como un espacio de memoria, para no olvidar. Ahí está el valor de rescatar»
El trabajo sobre estos paneles que han sido el telón de fondo de incontables licenciaturas con las que cada año se despide a una nueva generación de manuelsalinos y manuelsalinas, quedará documentado y será entregado al LMS, junto con un registro fotográfico elaborado por el equipo de restauradores.
