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En memoria de Jaime Guzmán Carvajal emblemático Profesor de Teatro LMS 

5/08/2022

“Y yo sé
que si logro ser fiel
a mi sueño ideal
estará mi alma en paz al llegar
de mi vida el final”

Sueño imposible, El hombre de la Mancha. 

El pasado martes 26 de julio de 2022, el Liceo Experimental Manuel de Salas sintió una presión en su pecho que le recordó su historia y las personas que han trascendido en ella al saber que Jaime Guzmán Carvajal, ex docente y director del Taller de Teatro LMS que por más de 40 años dejó su vocación y compromiso en las aulas pero sobre todo en el escenario de nuestra institución, había iniciado su último viaje hacia dimensiones inimaginables.

Esta sensible pérdida para la historia reciente del Liceo hace que naturalmente reflexionemos sobre la importancia de la memoria, que se afirma en relatos personales y colectivos del pasado que construyen una realidad en el presente, haciéndose parte de la identidad del espacio al que pertenecen. 

Al acudir al concepto se reafirma con fuerza que Jaime es parte de nuestra identidad liceana, por lo que fue, lo que hizo, lo que entregó y su pasión que fue fundamental para darle al Liceo un sello institucional vinculado con las artes, que se pone en diálogo con las huellas que él dejó en las vivencias personales de centenares de estudiantes. 

Reconociendo la importancia de resguardar y hacernos cargo de que todos y todas somos quienes debemos mantener viva la memoria de quienes han construido nuestra historia, queremos contarles a las nuevas generaciones quién fue Jaime Guzmán Carvajal en el LMS. 

Un hombre alto, moreno y delgado, de voz profunda y siempre con un cigarro en la boca. Llegó a dictar clases de Castellano a mediados de la década del 70, destacándose desde un comienzo por su calidad como profesor y su trabajo en la modalidad de agrupación flexible, en la que se acomodaba la carga académica a las habilidades particulares de los y las alumnas.

Poco tiempo antes de su incorporación al cuerpo de pedagogos la realidad nacional había sido violentamente intervenida por el golpe de estado, que dio inicio a la dictadura cívico militar de Pinochet. Con ello al sistema escolar del país, incluido el Liceo Manuel de Salas, le fueron impuestas administraciones autoritarias generando importantes transformaciones institucionales. 

En este contexto, y con la llegada de las fuerzas armadas al directorio del LMS, comenzó la clausura de la innovación y la experimentalidad. “Fuimos sacados violentamente de escena”, señaló la reconocida docente de entonces Viola Soto, y junto a ello llegó la censura y el cierre de importantes espacios pedagógicos como el Taller de Teatro. 

El profesor Jaime Guzmán, un apasionado de las tablas, no concebía que no se trabajaran las artes escénicas con el estudiantado.. “Comencé a investigar qué había pasado y entonces retomé y le di con fuerza al teatro”. En 1976 las restricciones continuaban por lo que el “Negro”, como le llamaban sus cercanos, decidió organizar el taller de manera clandestina, junto al ánimo y la complicidad de estudiantes y trabajadores con quienes desarrolló diálogos informales para coordinar los encuentros. 

“Después de terminar la jornada permanecíamos en las salas encerrados y de acuerdo con un auxiliar que nos alertaba. Nos quedábamos con estudiantes haciendo teatro”, dijo Jaime. El año 1977 logró la aprobación para oficializar la actividad como un electivo, el cual con los años fue de gran interés entre nuestras niñas, niños y jóvenes por lo que el Taller de fue creciendo. 

Pese a la autorización, la actividad contaba con innumerables restricciones en el tipo de obras y autores con los que se podía trabajar, además de tener la prohibición de participar en encuentros fuera de las instalaciones del Liceo, limitante que fue desafiada por el profesor ya que su amor al teatro lo llevó a salir a participar de manera clandestina en encuentros escolares.

Este acto de valor y resistencia de él y sus estudiantes de teatro ante el ataque cultural en un colegio mandatado a ser experimental, puso sobre la mesa el pasado del LMS y se transformó en un espacio de liberación frente a la represión y la vigilancia constante. 

Comprometido con las artes como instrumento de enseñanza, Jaime se posicionó como un referente entre centenares de estudiantes que pasaron por su cátedra, de los cuales muchos, luego de egresar,  se dedicaron a las tablas en Chile y distintas partes del mundo. 

Muchos lo describen como un maestro y amigo.  “Su mayor arte como profesor fue enseñar el amor al oficio de las tablas”, “me siento orgulloso de haber sido parte de la historia de Jaime”, “fue quien nos enseñó el maravilloso mundo del teatro”, “nos enseñó el juego y la disciplina”, “hizo que nos enamoremos del escenario”, señalaron ex manuelsalinos de generaciones del 70, 80, 90 y 2000. Sin embargo, la palabra que más se repite entre los relatos es “agradecimiento”.

Cálido y desinteresado, lo describen sus pares docentes mientras destacan su incomparable excelencia como profesor. Jaime fue un hombre lleno de detalles con sus compañeros y compañeras de trabajo, regaló valiosas instancias al Liceo que con el tiempo se volvieron tradición, como el rito de las antorchas en la Licenciatura.

Pero no solo construyó con delicadezas y cercanía, también lideró espacios tan relevantes y trascendentes como el primer Congreso Nacional de Experiencias Pedagógicas o el primer Encuentro Interescolar de Teatro del país, que nació en 1983 y hoy está posicionado como un referente del teatro escolar y la formación en artes escénicas.

Agradecemos a Jaime por habernos regalado su incalculable aporte que vincula con las artes escénicas como sello característico de la identidad liceana. Agradecemos tu amistad, agradecemos tu excelencia. Seremos quienes mantengan viva tu memoria como ejemplo de vocación y servicio con la enseñanza, pero sobre todo con las relaciones humanas profundas, cariñosas y atentas. Te deseamos un hermoso vuelo.


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